martes, 4 de agosto de 2020

Liviandad

Dibujaba en el cielo el recorrido del sol
y el aire que se huele distinto cuando es liviano
cuando el cuerpo está liviano
cuando no carga con las cargas que le cargan en general.
La cabeza dibujaba y las manos
acariciaban la piel áspera del cemento por debajo
y el aire, liviano, que corría por arriba.
Atravesaba la mente una idea,
atravesaba nomás. De punta a punta.
Hay ideas que mejor que no se instalen,
que no lleguen a sentirse cómodas.
Aunque haya tantas otras que hemos perdido
por no haberles hecho un lugar.
En el tiempo y el espacio. En algún rinconcito del papel.
Cuando intentó evocarla se escurrió,
ya se había terminado de ir.
No importa che, el sol sigue ahí.
Y abajo el cemento, y arriba el aire.
Y el corazón que late por inercia
pero también por la voluntad de no abandonarla.
Entonces que importa si perdiste una vez más.
Quizás todo esto se trate solamente
de encontrar la manera
de seguir perdiendo
para aligerar las cargas.