Nos callamos los deseos
prohibidos, malditos.
Pero nuestra carne los gritó,
encendiendonos la piel.
Por miedo a que nos juzguen:
inmorales, desleales,
no dejamos que el fuego
se convierta en amor.
Soñamos cada noche
con ese pecado, el menos malo,
anhelando alguna vez terminar
yendonos al mismísimo infierno nomás.
lunes, 17 de junio de 2019
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario